Compañera incansable de Bob Hope y Bing Crosby se hizo muy popular al participar con ellos en la serie de comedias Rod to…
A parte de actriz cantaba y bailaba estupendamente y fue una de las actrices más longevas de esta época tan esplendorosa en Hollywood, una actriz sencilla que trabajo prácticamente hasta el día de su muerte a los 82 años.
Hoy Dorothy nos sirve de inspiración para mostraros nuestras últimas novedades en la colección de los años 40.
En 1950, con solo 18 años de edad, se casa con su primer marido, el multimillonario y heredero de la famosa cadena de hoteles, Conrad Nicholas Hilton. Fue el acontecimiento del año. Liz lucía un vestido de raso color perla, bordado con perlas y pedrería, al cual acompañaba con una diadema de perlas de la cual salían nueve metros de tul de seda. El vestido fue el regalo de boda de los estudios Metro Goldwyn Mayer, y la diseñadora fue la famosa Helen Rose (que también diseñó el traje de novia de Grace Kelly). El vestido estaba inspirado en el traje de novia que Liz lució en su famosa película “El padre de la novia”. Conrad Hilton resulto ser un jugador, bebedor y dominante marido, y el matrimonio tan solo duró nueve meses.
La segunda boda se celebró en 1952. En esta ocasión el esposo fue el actor británico Michael Wilding, veinte años mayor que ella, en quien Liz encontró el remanso de paz que necesitaba tras su tormentosa relación con Hilton. El vestido de novia, en esta ocasión, fue totalmente diferente al primero: un dos piezas discreto de estilo “Lalylake”, muy de los años cincuenta, con falda voluminosa ceñido de cintura y un ancho cuello “baby” de organza que le daba un toque sofisticado y sensual. Sobre su cabeza solo un tocado sencillo de flores blancas remataba el conjunto. Tuvieron dos hijos, pero el matrimonio solo duró cinco años y acabó en divorcio, porque según reconoció la misma Liz: “Se lo hice pasar mal, no era lo suficiente madura para él”.
Solo un mes después de divorciarse de Wilding, se casa en esta ocasión con el productor de cine y teatro Michael Tood. Lo hicieron en Acapulco. Los padrinos fueron dos íntimos amigos de ambos: el cantante Eddie Fisher y su esposa Debbie Reynolds. Liz parecía una princesa con su vestido vaporoso blanco de gasa de seda con un gran escote en “V; con una gasa con la que podía cubrirse la cabeza. Casi al año de contraer matrimonio, Michael Tood falleció en un trágico accidente aéreo. Fruto de este matrimonio quedó una hija y un inolvidable y feliz recuerdo para Liz. Michael Tood le regalaría a la actriz la famosa tiara “Taylor”, una joya de mediados del S.XIX de la que os he hablado hace apenas unas semanas. Os dejo el link aquí: TIARA LIZ TAYLOR.
El padrino de su boda, y mejor amigo de su difunto marido, el cantante y actor Eddie Fisher, consoló a Liz. Un consuelo que terminó en romance y escándalo social, pues Fisher estaba casado con la mejor amiga de Liz, la actriz Debbie Reynolds. Para casarse con Eddie la actriz tuvo que convertirse al judaísmo. Para el vestido de esta nueva boda, Liz abandona los tonos claros anteriores y apuesta por el verde botella. El vestido es de gasa, vaporoso, semitransparente, de falda voluminosa ceñido a la cintura, con un gran escote barco de tirantes. También para esta ocasión cubre su cabeza y el gran escote con una túnica corta y amplia de la misma tela que el vestido. La unión con Fisher duró cinco años, tocando a su fin cuando Liz conoce al hombre con el que se casaría dos veces, el actor Richard Burton.
El romance comenzó cuando ambos estaban aún casados con sus anteriores cónyuges, rodando la película “Cleopatra”. La boda se realizó en 1964, una semana después de conseguir ella el divorcio. Para este matrimonio eligió un vestido de organza amarillo, de anchas mangas y ancho cuello smoking. Esta vez Liz se cubre la cabeza con flores de azahar formando una ancha corona, cuyas flores caen por detrás prendidas en una hermosa y larga coleta. El matrimonio resultó tormentoso. Los fuertes caracteres de los dos, unido a los problemas de alcoholismo de Richard provocaron el divorcio en 1974. En 1975 volvieron a casarse, esta vez lo hicieron en una secreta ceremonia celebrada en Botswana (Africa), donde Liz lució una túnica de gasa de seda en tonos beige y verde. Las dificultades volvieron, y nueve meses después rompieron definitivamente. Liz lo explicó así¨: “No puedes hacer chocar una y otra vez dos cartuchos de dinamita y no esperar que exploten”.
A pesar de sus seis matrimonios. Liz volvió a probar fortuna. Apenas seis meses después de su divorcio con Burton, contrajo matrimonio con el senador republicano por Virginia John Warner. La ceremonia se celebró un bonito atardecer en la finca de Warne. Liz lucía un vestido drapeado blanco adornado con un importante broche sobre el pecho. La actriz ayudó mucho a Warner en su campaña política, pero la vida en Washington no era de su agrado, entrando en depresión y refugiándose en el alcohol. Esto acabó con su matrimonio, que duró escasamente seis años.
Ingresó en la clínica Betty Ford para rehabilitarse, y allí es donde conoce a Larry Fortensky, un obrero de la construcción con quien se casa en 1991. Lo celebran en el rancho Neverland, propiedad de Michael Jackson, uno de los mejores amigos de Liz. La novia en esta ocasión elige un vestido largo de estilo principesco amarillo claro de encaje, compuesto de una falda abullonada formada por dos anchos volantes y un cuerpo de gran escote forma barco, que deja al descubierto sus hombros. Las flores esta vez Liz las luce en un gran ramo en cascada. El matrimonio duró cinco años.
Elizabeth declaró una vez a la prensa: “Cada divorcio para mí es como una pequeña muerte”.
Una de las mujeres más deseadas de Hollywood que al final nunca encontró el verdadero amor…
Nace en Mayfair (Reino Unido) en 1885. La paternidad de Clementine es incierta, no sabiéndose con seguridad quien fue su auténtico padre. Lo cierto es que está registrada como hija de lady Blanche Hozier y de Sir Henry Montague Hozier. A pesar de la separación de sus padres, recibió una buena educación en Alemania y Francia.
Clementine Hozier, esposa de Churchill
Clementine conoció a Winston Churchill en un baile de sociedad cuando contaba 19 años de edad, pero fue cuatro años después en una cena donde surgiría el flechazo. La pareja compartía mesa y esto les serviría para conocerse un poco mejor. Churchill, que ya era presidente de la Cámara de Comercio de Inglaterra, quedó prendado de la belleza, inteligencia y distinción de Clementine.
A pesar de estar casi comprometido con Violet Asquith, hija del primer ministro, Winston decide escribir a Lady Blanche para pedir la mano de Clementine. La boda se celebró en septiembre de 1908 y tuvo 5 hijos.
Clementine, poseedora de una gran inteligencia política, supo ser el punto de apoyo en la carrera política de su marido. Proporcionó a Winston la seguridad, la protección y el ánimo que este necesitaba en cada momento, sabiendo cómo hacer frente con maestría al carácter depresivo y malhumorado de su marido. Se dice de ella que era la única persona que podía influir en sus decisiones, y que lo corregía sin ninguna clase de miedo exponiéndole sus puntos de vista. También le ayudó a corregir un leve “ceceo” en sus exposiciones orales y le dio el visto bueno a sus discursos en más de una ocasión. Clementine lo era todo para Winston Churchill.
Clementine ocupó numerosos cargos de responsabilidad durante la carrera política de su esposo. Fue, entre otras muchas cosas, la Presidenta del Fondo de Ayuda de la Cruz Roja para Rusia, organizó los comedores para los trabajadores de las municiones en Londres durante la primera Guerra Mundial, fue Presidenta de la Asociación Cristiana de Mujeres Jóvenes. En 1946 fue nombrada Dama de la gran Cruz del Imperio Británico y Doctora Honoris Causa de las universidades de Glasgow y Bristol. Años más tarde, en 1965, fue nombrada Baronesa Spencer-Churchill en el condado de Kent.
En enero de 1965 enviudó. En los últimos años de su vida tuvo que enfrentarse a problemas económicos, teniendo que subastar cinco pinturas de su marido. La venta resolvió los problemas y pudo vivir en paz y tranquilidad hasta que su corazón dejó de latir a la edad de 92 años.
Corría el año 1810, cuando un joven joyero llamado Isaac Marquand decide marchar de la ciudad de Savannah (Georgia) a Nueva York, con el sueño de convertirse en un famoso e importante, empresario.
En poco tiempo estaba abriendo su pequeña joyería junto a Erasto Barton en una calle cercana a Broodway. La joyería llama la atención en seguida, ya que fue la primera que utilizaría escaparates de cristal para su fachada, haciendo las delicias de los transeúntes y convirtiéndose en un fantástico reclamo para los clientes.
Como era costumbre en esa época en la joyería se vendían, además de joyas, diversos artículos como lámparas, porcelanas, objetos de plata, … Ellos se especializan en objetos conmemorativos, teniendo como cliente a la academia militar de West Point, a la cual proporción los famosos anillos conmemorativos de la academia.
El año 1851 ellos fueron uno de los pocos joyeros estadounidenses invitados en la Exposición Universal de Londres. Esto les facilitó que el Príncipe de Gales se fijara en su trabajo y encargara varios regalos de plata a la citada joyería.
En 1876 dan el gran salto y se trasladan, con gran vista comercial, a un hermoso edificio de la Quinta Avenida con la calle 48. Es la primera joyería que se instala en esta gran zona comercial de Nueva York. En ese momento el inventario de la tienda se centra exclusivamente en joyas y objetos de plata.
El sueño de Isaac se está haciendo realidad, y la joyería es considerada una de las más importante de Nueva York. Es invitado a exposiciones donde expone sus joyas junto a joyeros de la categoría de Tiffany, Whiting o Gorham.
En 1911 la industria del cine de Hollywood se fija en Black Starr & Frost, y van pasando por su tienda todas las estrellas del celuloide como Marilyn Monroe o Peggy Hopkins Joyce, que adquirió el diamante azul facetado más grande del mundo. Tras ellos toda la alta sociedad americana, incluyendo presidentes, son clientes.
Black Starra Frost llega a tener treinta y tres establecimientos, que se irán perdiendo con los años hasta que en el año 2006 Alfred Molina, un joyero y experto gemólogo de origen cubano, compra la firma y decide volver a darle el esplendor que tuvo.
Abre una espléndida y elegante joyería con vistas al puerto de Newport Beach (California), y un poco más tarde en 2015 inaugura en Phoenix (Arizona) otra elegante y fantástica joyería Black Starr Frost.
El tiempo dirá si su nuevo dueño hace realidad su sueño , como le ocurrió a Isaac Marquand.
El año que viene se cumplirán 50 años de la única boda del Rey del Rock
Elvis Presley y Priscilla vivieron un precioso e íntimo día de boda, que me ha parecido más que curioso para comenzar con esta nueva sección que va a ser “Bodas de Cine de Vintage by López-Linares”
Hay bodas sobre las que se ha escrito hasta la saciedad y sobre las que las crónicas de la época dejaron ríos de tinta, pero esta fue una boda más bien discreta a la que acudieron pocos invitados famosos y sobre la que tampoco hay tanto escrito.
Mi idea es hacer una serie de posts en los que descubriros las anécdotas más curiosas de cada una de las bodas seleccionada, y estas son las que he encontrado de esta pareja de estrellas:
La pareja se conoció en 1959 cuando Priscilla era aún una adolescente. El encuentro se produjo en una fiesta en Bad Nauheim, Alemania.
Elvis y Priscilla se casaron en 1967 en Las Vegas, en una suite privada en el Hotel Aladdin. La ceremonia civil fue organizado por el manager de Elvis, Tom Parker.
A la ceremonia acudieron a penas un centenar de invitados. A finales de ese mes volvieron a Graceland y dieron otra gran recepción para los que no habían estado en la primera.
La ceremonia duró ocho minutos. Se celebró a las 9 de la mañana.
Se sirvió un desayuno completo con cochinillo asado, ostras, langosta, champán… y pollo frito del sur.
Ya no es posible recrear el día de la boda de Elvis, el Hotel Aladdin fue destruido en 1998. Lo que si puedes hacer es recrear una típica boda en Las Vegas al más puro estilo Elvis, en la capilla de Graceland.
Elvis optó por llevar un esmoquin de seda de brocado negro y, por supuesto, sus famosísimas botas de cowboy.
Priscilla diseñaría su propio vestido de novia en gasa. La novia llevaba un pomposo velo de tul muy cortito, como era usual en esos años, y portaba una corona de diamantes de imitación. Os aseguro que me habría encanto ayudarla a elegir el modelo.
La única celebridad en la lista de invitados fue el comediante Redd Foxx. El resto fueron familia y amigos.
El pastel de boda, de seis niveles, costó unos $ 3,200 de la época, lo que podría ser más o menos 22,000 $ de hoy en día. Cada capa se llenó dos veces con mermelada de albaricoque y una crema bávara con sabor a kirsch.
El primer baile de la pareja fue «Love Me Tender».
Los novios marcharon de luna de miel durante un mes a una casa alquilada en Palm Springs, una propiedad que desde entonces se ha convertido en un museo Elvis.
Su única hija, Lisa Marie, nació exactamente nueve meses después de su día de la boda, el 1 de febrero de 1968.
Elvis Presley le regaló a Priscilla uno de los anillos más espectaculares que se recuerdan. Tenía un diamante de 3 quilates y medio, rodeado por una corona de diamantes más pequeños.
La pareja se divorciaría en octubre de 1973 después de seis años y medio de matrimonio. Acordaron entonces compartir la custodia de su hija.
El cantante debió pagarle a su ex-esposa $725.000 dólares en efectivo, y acordó darle el 5% de las ganancias que generen sus discos y películas.
Pese a su separación, continuaron siendo amigos hasta la muerte del músico el 16 de agosto de 1977.
Os dejo un link con una curiosa página que vende a Barbie y a Kent vestidos de la famosa pareja el día de su boda
Issue es el mayor portal de publicación libre de revistas digitales, un lugar increíble en el que podrás crear y compartir revistas digitales de forma online.
Al final me he decidido a abrir un perfil y crear para vosotros un par de revistas al año, con fotografías de las nuevas colecciones que vayamos incorporando cada año. Las fotografías saldrán de mi cámara y espero ser capaz de darle un aire lo más profesional posible a todas ellas. Las revistas se crean a partir de un PDF, y la gran ventaja que tiene es que mantienen bastante bien la calidad de las imágenes y son muy fáciles de compartir en redes sociales.
Este primer número, que ve la luz en junio de 2016, está dedicado a las joyas de los años 40. En sus páginas vais a poder disfrutar de varias piezas de nuestra colección, todas ellas inspiradas en la bisutería de los años dorados de Hollywood.
Quiero dar especialmente las gracias a MapyDH, que como siempre ha sabido captar mi idea desde el principio y me ha diseñado una maqueta para la revista que era justamente lo que andaba buscando. Quería algo con un estilo Vintage fresco y muy inspirado en los años 40, y creo que ha dado en el clavo totalmente.
También quiero agradecer a Monica Giannini que haya posado para mí una vez más. Aunque esta vez han sido solamente sus manos, sabía que Mónica, que tan bien plasma la belleza con ellas en sus cuadros, iba a ser perfecta para plasmar la belleza de nuestras joyas en sus manos.
Comenzamos una nueva andadura en el mundo de las revistas digitales. Esperamos que os guste la idea y compartáis este primer número con todo aquel que creáis pueda gustarle.
La mayor parte de la colección de joyas de Joan Crawford fue subastada al poco de su fallecimiento. Aunque ya se había desprendido de gran parte de su colección antes de morir, Joan Crawford guardó hasta su muerte sus piezas más queridas, que no las de más valor. La mayoría de estas joyas eran de entre los años 30 y los 50, cuando el estilo era más atrevido, con grandes piedras y adornos muy exagerados.
De entre todas sus piezas de su colección yo destacaría las siguientes:
Un magnifico aderezo de oro y citrino formado por collar, dos pulseras gemelas, pendientes y anillo. Corrió a cargo de Raymond C. Yard, uno de los joyeros más demandados de Estados Unidos en aquella época.
Este juego fue unos de los favoritos de Joan, un conjunto de aguamarina y diamantes firmado por la casa francesa Boucheron (Verger Freres) que la actriz adquiriría en 1935. El juego fue lucido por Joan tanto dentro como fuera de la pantalla durante este periodo en numerosas ocasiones, y es el sueño de cualquier coleccionista de joyas clásicas. Este adorno fue más tarde adquirido por Andy Warhol y se incluyó en la venta de su colección -«Collection of Jewelry and Watches» de 1988-. Hasta hace apenas unas semanas podría admirarse en el Museo Of Fine Arts de Boston, en una exposición llamada “Hollywood Glamour Fashion and Jewerly from Silver Screeen”
Joan recibió numerosas joyas de todos sus maridos, pero quizás el que más piezas le regalaría sería Alfred Steel, Presidente de Pepsi Cola, y una de las piezas más curiosas que recibiera de sus manos fue un pequeño broche de oro con rubíes y diamantes con forma de botella de Pepsi-Cola, que la actriz recibiría como regalo de boda. La pieza alcanzaría años más tarde un precio de 5.000 dólares en la subasta de las joyas de la diva. Otra de las joyas más espectaculares que recibiría de él fue un reloj de pulsera de platino y diamantes. Esta joya fue creada por el joyero Ruser. El reloj tenía una pequeña esfera circular, apoyada de racimos de variadas flores de diamantes en un brazalete de piedras similares. Un diseño atrevido y espectacular del que no he logrado encontrar ninguna fotografía decente. La joya tenía una pequeña inscripción que decía «To my love, Xmas 1958, Alfred».
Impresiónate es también el juego de broches que Joan Crawford adquirió al famoso diseñador Fulco di Verdura. Joan Crawford los llevaría sujetos a la solapa de sus vestidos con un deslumbrante efecto. Unos años más tarde adquirió un collar de diamantes en baguette, pero como a veces no se veía lo bastante extravagante, solía colocar estos broches de Flato u otro gran pasador de diamantes para crear un conjunto aún más cegador.
Datado a finales de los 50 había unos espectaculares pendientes de diamantes en la colección Crawford. Estaban diseñados en forma de racimo en baguette, con diamantes en corte de brillante y corte de marquesa, sujetando cada uno una gota o borla desmontable de diamantes en baguette.
Joan Crawford estaba tan enamorada de los zafiros que era conocida coloquialmente como «Joan Blue». Una de sus piezas favoritas era un juego de brazaletes, con tres zafiros estrella de entre 70 y 60 quilates. También tenía un anillo de compromiso de un zafiro estrella de 70 quilates, que le regalo su segundo esposo, y un soberbio zafiro corte esmeralda de 72 quilates.
Su carisma, sus felinos ojos y su capacidad para bordar los papeles dramáticos, hicieron de ella una de las más grandes estrellas de Hollywood. Joan Crawford se gana por méritos propios entrar a formar parte de nuestra particular selección de grandes coleccionistas de joyas.
Merle Oberon es el nombre artístico de Estelle Merle O’Brien Thompson, actriz británica nacida en Tasmania a principios del S.XX, y la primera protagonista de nuestra nueva sección “Grandes coleccionistas de joyas”.
Merle Oberon vivió en la India hasta cumplir los 17 años, edad a la que se trasladó a Londres instalándose allí con la ilusión de triunfar en el cine.
Su gran golpe de suerte vino cuando en 1930 el productor y director Alexander Korda la descubriera por casualidad, el pulió su imagen y la convirtió en una de las grandes damas del cine británico de los años 40. Terminaron casándose y fue él uno de los primeros que comenzó a regalarla carísimas joyas.
Merle Oberon aparece llevando el fabuloso collar que parece ser Napoleón Bonaparte regalara Baronesa Haussmann.
Una de las primeras piezas que adquiriría es un antiguo collar de diamantes y esmeraldas que, al parecer, fue un regalo de Napoleón III a la Baronesa Haussmann. Se cree que fue un obsequio en agradecimiento a la labor de modernización que llevara a cabo su esposo en el París de mediados del S.XIX. Gracias a esta majestuosa y polémica reforma París se trasformó, en menos de dos décadas, de ciudad medieval a la más moderna capital del mundo. Merle lució la pieza en películas como “El divorcio de la señorita X” y en «Of love and desire» (no hay versión española). Merle Oberon le quitaría dos lágrimas al collar para hacerse unos pendientes y luciría la parte central, que también se trasformaba en broche, en numerosísimas ocasiones.
Merle Oberon aparece llevando el clip de tres flores de Cartier, Londres, que originalmente formó parte de una horquilla para el pelo Photocourtesy of Fine Art America.
En 1939, tras su matrimonio, Alexandre la regalaría una de las piezas para mí más bella de su colección: una pieza de Cartier consistente en tres broches en forma de rosa ya abierta, dos exactamente iguales y la otra un poquito más grande. Este último tiene un detalle encantador: los pistilos son diamantes que están montados con un poco de movimiento, lo que le da a la pieza una belleza muy especial. Estos tres broches originariamente fueron diseñados para ser lucidos como horquillas en la cabeza, pero Merle los lució casi siempre como broche o incluso como camafeo, resultando siempre sensacionales. Lamentablemente, al vender su colección tras su muerte, las tres piezas se vendieron por separado.
Se da la casualidad de que pocos años más tarde la por entonces Princesa Isabel de Inglaterra recibiría, con ocasión de su boda con el Príncipe Felipe de Grecia, de manos del Nizam (un título nobiliario musulmán) de Hyderabad y Berar (dos provincias de la India), un juego idéntico de horquillas montados en una tiara, que también estaban diseñados por Cartier. Isabel II desmontó los diamantes de la tiara para hacer una nueva de rubíes y diamantes. Sin embargo, mantuvo las tres horquillas de rosas que ha lucido a menudo.
Pero quizás la pieza más espectacular de su colección sea el collar de diamantes y 39 cuentas de esmeraldas barrocas, que Korda la regalara en 1939 de inspiración indú. La pieza encajaba a la perfección con la exótica belleza de Merle Oberon. El collar, con un diseño muy original para la época, sorprende no solo por el tamaño de sus esmeraldas sino por la peculiar forma en la que están montadas, ya que su diseño permite que las cuentas giren 360º sobre la pieza de diamantes que la sujeta, encajando así a la perfección y luciendo con una caída elegante y sensual.
La historia de su compra es ciertamente curiosa, demostrando una vez más cómo los humanos siempre deseamos más fervientemente aquello que creemos ya ha adquirido otro. Parece que la pieza iba a ser adquirida por la diseñadora Elsa Schiaparelli. Merle vio el collar en el escaparate de la tienda de París, y cuando entró a preguntar por la pieza el vendedor la dijo que alguien más estaba interesado en adquirirlo. Esto es algo que, curiosamente, sucede algunas veces en el comercio y que los clientes interpretan como una estrategia que los vendedores utilizamos para acelerar la venta. Merle realmente no creyó lo que le contaba el vendedor y pensó que era una táctica para acelerar la venta. Pero a los pocos días se daría cuenta de que el vendedor no mentía, pasó por el escaparate y el collar no estaba. Su misteriosa rival se encontraba en una de las habitaciones privadas de la joyería probándose la pieza.
Al día siguiente Merle volvió a pasar para ver si seguía en el escaparate, y en ese preciso instante vio salir a Elsa Schiaparelli. Su misteriosa rival ya tenía cara y el collar ya no estaba en el escaparate. Debió regresar con tal cara de desolación que su esposo se puso el sombrero, salió a la calle, entró en la joyería, preguntó por el collar y, para su sorpresa, salió con él en la mano. Las fabulosas 29 esmeraldas ya podrían lucir en su exótico cuello para siempre.
Merle disfrutaría de esta pieza hasta su muerte.
Cartier 1938, 29 impresionantes gotas de esmeralda barrocas, montadas en platino y diamantes, con un largo de 44 cm y rematado en 2,642,500 CHF. Uno de los collares de Cartier más fotografiados de su historia.
Otras de las piezas destacadas de su colección son:
Un juego de dos horquillas diseño de Cartier de diamantes en forma de flores, una con el pistilo engastado con diamantes y la otra con pistilos de rubíes. Se podían llevar juntos o por separado como horquillas, o se podían montar en una pulsera de tiras de diamantes para formar un impresionante cierre. Merle llevó esta pulsera junto con la horquilla de tres rosas en la película «Viaje sin retorno» en 1940.
Un broche floral de zafiros y diamantes de Cartier, también desmontable, para llevar como horquilla. Llevaba engastado un gran zafiro ovalado y con los pétalos de diamantes. El tallo de diamantes se vendió por separado, sin mencionar el hecho de que se podía montar en la horquilla. Merle llevó la pieza unida en muchas ocasiones, llevando también la horquilla en una banda de terciopelo como gargantilla o sobre una pulsera de platino que Cartier también había fabricado. Estoy segura de que Merle no solo adoraba las joyas de Cartier por su calidad y belleza, sino también por la versatilidad que siempre proporcionan sus diseños.
A finales de los 50 y 60 adquirió y modificó un gran número de joyas. Paso bastante tiempo viviendo en Roma, donde adquirió de Bulgari un broche de diamantes y un broche engastado con rubíes y diamantes. Bulgari también creo para Merle un elegante bolso en un inusual diseño de bellotas, con el cierre de oro con turquesas y diamantes engastados.
Van Cleef&Arpels fue otro de los diseñadores preferidos de Merle durante los 70, destacando un juego de broche, pendientes y collar de turquesas y diamantes; un collar de diamantes y coral rosa que se podían convertir en un broche y pulsera.
Merle tenía también una pequeña, pero buena, colección de rubíes. Ésta incluía un espectacular collar de rubíes y diamantes de David Webb, que también creó para ella un anillo a juego y unos pendientes de rubíes y diamantes cada uno con rubíes ovalados en el centro de gran tamaño.
La mayoría de estas piezas se vendieron en la subasta que se celebró en Nueva York el 22 de abril de 1980, justo un año después de su muerte.
Merle Oberon tuvo una verdadera colección de joyas de cine.
Estrenamos escaparate. Y como estamos en la época preferida para la mayoría de las parejas para celebrar su matrimonio, hemos decidido darle un aire de boda vintage, de boda con un aire retro años 50, a nuestro escaparate estrella.
Ha sido gracias a la generosidad de una gran amiga de la familia, Paula Vallejo Rey del Castillo, Sra. de Esteban, que podamos presumir de tener uno de los trajes de novia más exquisitos de los años 50 en nuestra tienda. La pedimos el favor de sacar a la luz no solo su traje, sino todos los recuerdos que conlleva rescatar una prenda así del armario. Y ella, por el cariño que nos tiene, hizo el esfuerzo que creo ha merecido la pena. Una prenda de alta costura de esta categoría merece estar a la vista de todos, y no guardada en un oscuro armario en una buhardilla.
¿No os parece?
La pieza se confeccionó en el año 1957, con encaje de chantilly y tul de seda, en el taller de Purificación Sepúlveda en la C/ Tirso de Molina de Madrid. Lo que más llama la atención es su espectacular cola de casi dos metros, toda montada con volantes de encaje de chantilly y tul, unos sobre otros, que hacen de ella una pieza tan espectacular en su movimiento, caída y tamaño que casi no nos cabe en el escaparate.
La verdad es que me ha costado hacer las fotos, porque materialmente no cabíamos la cámara, el traje y yo en el escaparate de la tienda, que no es que sea pequeño, es que el vestido es espectacular.
Si te animas a pasar a verlo en persona, ya sabes que nos encuentras todos los días de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00 en la C/ Claudio Coello, 60 de Madrid, y que nos encantará enseñarte esta pieza de museo personalmente.
Si tú también tienes un traje antiguo que te gustaría poder presentar en sociedad, no dudes en contactar con nosotras. Estaremos encantadas de lucirlo en la tienda, si participas de nuestra idea.
A muy principios del S.XX los hermanos Mazer, Joseph y Louis, inician un negocio de joyería en Philadelphia, concretamente corría el año de 1917. A los pocos años se trasladaron a Nueva York, abriendo allí una joyería que pronto cambiarían de nombre por el de Mazer&Company Inc.
Desde un principio contaron con Marcel Boucher como diseñador de la compañía, pero a mediados de los años 30 Marcel les abandonó para fundar su propia empresa.
Mazer&Company Inc realizó piezas de joyería de alta calidad usando cristales de Swarovski, situándose en el mercado con piezas de precio medio, si bien hoy en día sus piezas son bastante cotizadas por los coleccionistas.
En 1946 los hermanos se separaron: Joseph Mazer fundó Joseph J. Mazer and Company (más conocida como JOMAZ), manteniendo Louis Mazer la compañía original hasta 1951, año en que cerró definitivamente sus actividades.
Joseph Mazer realizó los primeros trabajos de Jomaz sobre una base de metal plateado o rodiado, pero fueron las piezas bañadas en oro su distintivo en los años 60.
El broche que os traigo hoy de muestra es una de esas piezas de los años 60 bañada en oro. Es una de las piezas que se pudo disfrutar en la exposición de bisutería de firma que preparamos el año pasado en nuestro espacio de Claudio Coello, 60.
Las primeras piezas de Mazer&Company Inc. están marcadas «Mazer Bros». Las últimas piezas de Joseph J. Mazer and Company tienen la marca «Mazer», «Joseph Mazer» o «Jomaz».
Jomaz contó con varios diseñadores a lo largo de su corta trayectoria:
Andre Fleurida, Thierry Muglero o Sandra Miller fueron algunos de sus artesanos.
En 1948 un anuncio de la prestigiosa revista «Harper´s Bazaar» rezaba este anuncio sobre la marca:
La semana pasada la casa de subastas de Beverly Hills, Julien’s Auctions sacó a subasta parte de la colección de vestidos y bocetos del diseñador de moda William Travilla, amigo íntimo de Marilyn Monroe. Entre las piezas subastadas destaca, el famosísimo vestido plisado color marfil que volaba sobre la rejilla del metro en “La tentación vive arriba” dejando a la luz las increíbles piernas de Marylin. Una escena y un vestido que se han convertido en icono a lo largo de los años.
William Travilla trabajo con Marylin en «Los caballeros las prefieren rubias», «Cómo casarse con un millonario» y «Luces de candilejas», aparte de la anteriormente mencionada.
Nacido en 1920 en Los Ángeles, fue descubierto por la actriz Ann Sheridan, quien admiraba y coleccionaba sus bocetos. Al poco tiempo fue contratado en el departamento de diseño en la Warner Brothers, con él que ganó un Oscar por «El burlador de Castilla» y trabajo en la Twentieth Century-Fox, donde vistió a estrellas como Ginger Rogers, Lana Turner y Marylin Monroe. Poco antes de su muerte en 1990, trabajo en los lujosos diseños de los seriales «Dallas» y «California”.
El famosísimo vestido salió a subasta con una estimación de venta entre 20.000 y 30.000 dolares, y junto con algunos bocetos firmados por el diseñador, muebles y recuerdos garantizan el éxito seguro de la subasta.
Estoy buscando los precios de remate de las piezas más significativas, si llego a encontrar los datos los añadiré en esta entrada.
Toda la información de este artículo pertenece a la casa de subastas Julien’s Auctions.
El próximo 14 de mayo se celebra en la casa Sotheby´s de Ginebra una grandiosa subasta de joyas. Ya os he hablado de esta subasta, ya que en ella se ponen a la venta un lote de joyas de la conocida actriz italiana Gina Lollobrigida. La artista vende parte de su magnífica colección de joyas para recaudar fondos con fines benéficos, concretamente para la investigación sobre células madre.
Pero no solamente se subasta este precioso lote de joyas. Entre los lotes he encontrado una colección de piezas soberbias de la diseñadora francesa madame Suzanne Belperron (1900-1983). Ella ha sido una de las más influyentes e importantes diseñadoras de joyas del siglo XX.
Las treinta y cuatro piezas que salen a subasta pertenecieron a una buena amiga de Belperron, Cécyle Simon. Cada una de estas piezas fue personalmente creada y diseñada para ella.
Ya el año pasado se subastaron con un éxito apabullante 60 piezas de la citada diseñadora, llegando a rematarse todos los lotes en cerca de 3 millones y medio de dólares.
Para aquellos que no estén familiarizados con Suzanne Belperron, se puede decir que ella es una de las más importantes diseñadoras de joyería femenina del siglo XX. Está considerada por muchos tan influyente como Coco Chanel o Elsa Shiaparelli, y otra de las pioneras en la evolución de la moda femenina y el diseño de joyas.
Sus marcas de fábrica fueron la naturaleza y las raíces étnicas. Encontró inspiración en la flora y la fauna: los peces, las estrellas de mar, los insectos, los pétalos de flores, las hojas… Todo ello trabajado con una originalidad y una calidad inconfundibles.
Sus diseños fueron distinguidos y audaces, con piedras inusualmente grandes. Mezcló piedras semi-preciosas con las más preciosas gemas. Las creaciones de Belperron estaban tan de moda entonces como pueden estarlo ahora.
Con todo ello logró que sus joyas se convirtieran en piezas inconfundibles, y por ello se negaba a firmarlas. Decía: «Mon style est ma signature» (mi estilo es mi firma).
Belperron comenzó su carrera en 1919, a los 19 años. Al poco tiempo la conocida firma de joyería René Boivin contrató a la joven para unirse a la empresa, en la que se mantuvo como codirectora hasta 1932 cuando pasó a formar parte de la “Casa Herz”, donde la dieron rienda suelta para diseñar y crear sus propios modelos bajo el nombre de Herz.
Su clientela incluía a la realeza de casi toda Europa, así como a múltiples aristócratas y a las dinastías del Aga Khan, Rothschild, Wildenstein y el Duque de Windsor, entre otros.
Suzanne Belperron también atraía clientes del mundo de las artes y el entretenimiento: Gary Cooper, María Félix, Josephine Baker y un larguísimo etc…
Este Web utiliza cookies propias y de terceros para ofrecerle una mejor experiencia y servicio. Al navegar o utilizar nuestros servicios el usuario acepta el uso que hacemos de las cookies AceptarLeer más
Privacidad & Politica de Cookies
Privacy Overview
This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may affect your browsing experience.
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.